domingo, 31 de julio de 2011

Ni manchará, ni adornará.

Desde entonces mi corazón dejó de ir casi flotando a metro y pico sobre el suelo. A cada latido empezó a pesar más hasta que cedió por su propio peso y sin querer lo pisé. Limpié la suela de mis zapatos con cualquiera que me crucé.. hasta que te conocí... ibas descalza con los pies cubiertos de sangre y una medio sonrisa que decía sin decir: si, si quieres podrás limpiarte en mi, pero la sangre de tus latidos no tendrá ni mi atención, ni mi mirada. Debes saber que tu corazón ni me manchará... ni me adornará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario