martes, 12 de julio de 2011

POR CULPA DE LA POESÍA

- Dígame, ¿Qué ocurrió la noche del 27?

- Ella se rindió. Fue como si la Luna se negara al Sol, como si el amor decidiera vivir en su utópica prisión, como si la muerte no existiese… todo a mi alrededor se desmoronaba, todo empezó a carecer de valor.

- Eso le frustró y pensó que la única forma de acabar con esa situación sería matarle ¿no es así?

- ¡No!, Claro que no, sólo intenté acallarla, su Voz era tan profunda… Cada palabra era una sentencia, cada sentencia era un soplido que avivaba las llamas que me consumían. Lo último que conseguí ver fue como todos abandonaban el barco, se tiraban por la borda perseguidos por el pánico de morir abrasados, decidieron sencillamente probar suerte nadando en aquel mar de obvias incertidumbres.

- ¿Todos?, ¿Quiénes más estaban con usted la noche del crimen?

- Estaban todos, ya se lo he dicho, Ira, Conciencia y Resentimiento fueron los primeros en saltar, Empatía, Ilusión y Esperanza siguieron sus pasos poco después. Rencor, el cual estuvo hasta entonces encerrado en su camarote, salió asustado al ver el humo y saltó por estribor. Nose cuantos más saltaron, pero si sé que fueron pocos los que permanecieron a mi lado, en cubierta. Nostalgia, Melancolía, Amor y algunas más creo recordar. Al capitán, a quien usted cree que asesiné lo vi por última vez mirando al cielo, parecía ajeno a las llamas. Me acerqué a él e intentando ser cortés le dije que había que hacer algo o todo acabaría siendo pasto de las llamas, incluido nosotros, al no obtener respuesta alguna le pregunté qué estaba haciendo y señalando al cielo dijo: “Estoy contando las estrellas que se están apagando, a este ritmo parece que la Voz tendrá razón, perderemos toda guía, sin rumbo, sin tregua…” apartó la mirada de aquel cielo y clavándome sus enloquecidos ojos dijo: “… ¡sin honor!”.

-Céntrese un poco por favor. Ha mencionado varias veces algo sobre una “Voz”, ¿a qué se refiere con eso?, ¿Acaso fue esa voz de la que habla la que le obligó a hacerlo?
- Por enésima vez: yo no maté al capitán, y con respecto a la Voz, para que lo entienda le contaré como empezó: Todos nacimos en ese barco, unos antes y otros después, llevábamos 25 años navegando por esas aguas de mentiras y certezas, 25 años de oscuridad, hasta que hace no mucho tiempo nacieron del agua la Luna y las estrellas. Ellas nos guiaron cada día más cerca de la cuna del Sol, cada día la noche era más clara y teníamos la esperanza de que en algún momento emergiera del agua aquel astro del que sólo habíamos oído hablar en los libros de leyendas. La Voz surgió al mismo tiempo que la Luna y que aquellos faros posados en el firmamento, nos solía recitar versos de amor y al escucharlos sabíamos si girar a babor o estribor, nos guiaba con su lírica, nos hacía sentir libres… sus palabras se nos quedaban enmarañadas en nuestros corazones como los peces en nuestras redes. Todo tenía sentido, el amor era nuestra bandera, la lírica de la Luna nuestra guía y nuestros corazones nuestros timoneles. Todo marchaba bien hasta que un día la lírica se convirtió en prosa, y con el tiempo se convirtió en sentencia. Y ayer tras una última sentencia todos los luceros se fueron apagando y la Luna se acercó tanto al agua que acabó sumergiéndose en aquel lugar que un día fue su génesis. Nuestro capitán intentó recuperarla y casi saltó por la proa, en su afán por agarrarla chocó con Duda, la cual llevaba un candil de aceite que cayó al suelo y prendió la madera de Tejo de la cubierta. El fuego se avivó con un viento procedente de las últimas palabras de aquella Voz; y el resto ya se lo he contado…

- Y el capitán, ¿qué pasó con el capitán?

- Después de verle enloquecer, me centré en apagar las llamas, todos lo hicimos, incluso Esperanza, que antes había saltado, decidió regresar para ayudarnos. Hubo un momento en que me giré para ver si aún estaba allí nuestro capitán, y conseguí verlo rasgando la madera con su vieja navaja. Fuimos incapaces de apagar las llamas, el humo nos rodeó y sin palabra alguna, con el gesto de alguien que sirve al camino careciendo de un destino, nos miramos a la cara, sonreímos y entendimos que moriríamos así porque así lo habíamos elegido, nos dimos cuenta de que moriríamos mirándole a la cara a la libertad. Yo me desmayé al poco tiempo y al despertar me di cuenta de que flotaba sobre un listón de madera casi carbonizado. Engarrotado y con dificultad, miré a mi alrededor, allí no había más que agua y oscuridad. Agua, oscuridad y un mensaje tallado en mi nuevo barco, en aquel listón se podían leer las últimas palabras de mi alma, las últimas palabras de mi capitán. No le diré que ponía, tan solo le diré que se suicidó por culpa de la poesía.

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